Hemos arrancado hojas del almanaque a un ritmo quizás creciente. Es una verdad compartida a voces el hecho de que cada vez el tiempo de nos pasa más rápido, como si estuviésemos sumidos en una carrera incomprensible hacia uno vaya a saber qué…
Claro está que esto trae una consecuencia directa: el estrechamiento de nuestra línea de tiempo. Quizás estemos pensando en muchas cosas, en muchos compromisos, en muchos encuentros o desencuentros. En llevarnos mejor con tal o cual, y evitar ver o encontrar a otros fulanos o fulanas de tal o cual.
Esto va cargando nuestra “máquina de procesar vivencias”. Y a mayor turbulencia emocional, mayor necesidad de reposición calma de la misma.
Es como si en estos días estuviese creciendo en nosotros una especie de deuda de calma. Y esa deuda se paga de diversas maneras, o compensándola con descanso, reposo, o un tratamiento armonizante de fuerzas, o llevando nuestro cuerpo a situaciones de labilidad enfermante. Labilidad que en un comienzo podrá ser tendencia, y quizás en una línea evolutiva, esa tendencia se convierta en situaciones clínicas diagnosticables.
Hay mucho para hacer en lo concreto, y para evitar llegar a tanto. El punto muchas veces pasa por el grado de exigencia que nos infrinjamos a nosotros mismos. A mayor exigencia, mayor necesidad, y en esa necesidad entra también a tensarse el hilo de la salud, delgado o grueso según cada uno.
Comenta la antroposofía que no pocas cosas suceden cada vez que nos vamos a dormir. Dormir implica no solamente cerrar los ojos y entregarnos a Morfeo, sino que dormir implica un sinnúmero de procesos orgánicos, metabólicos, y hasta anímico-emocionales de compensación de lo alocado del día previo.
Podemos ver que si el ser humano se queda más de tres días totalmente despierto pone en riesgo su salud y su vida. De tal forma algo pasa en ese tercio de día. Y lo que pasa en un nivel no tangible sucede principalmente en todos los aspectos anímicos de nuestro cuerpo. Así es que, por ejemplo, si estamos en situación de stress emocional, por diversos motivos, por ejemplo una separación, ese solo hecho es suficiente como para generar el más pertinaz de los insomnios.
Así vemos como una especie de suma de circunstancias: festejos, cenas varias, encuentros, desencuentros, suma de cosas a hacer o cumplir, pocas horas de sueño, y cansancio de todo el año, dan su efecto: stress psicofísico de fin de año.
Claro está que esta situación no se resuelve únicamente con dormir un poco más, o intentar descansar bien un fin de semana, o en las horas libes o francos que el trabajo nos de…
Una especie de energía o fuerza vital recorre nuestro cuerpo a lo largo de toda la vida. Esa fuerza vital es siempre compensadora en esta y en todas las circunstancias que nos toquen vivir. Su estado es clave. Si por alguna causa, antes expuesta o no, circula menos, será mucho más fácil entrar en desequilibrio. Si por el contrario la fuerza vital estuviese afianzada, a priori de cualquier hecho, sería más difícil cualquier desequilibrio.
Y siendo más difícil su desequilibrio, el agotamiento de estos no nos haría mella. Es lo que vemos en ciertas personas las que, pase lo que les pase, están frescos y sin stress (aparente).
La homeopatía unicista, y la medicina antroposófica, entre otras formas de medicina alternativa, pueden ayudarnos a que recuperemos lo suficientemente rápido la energía o fuerzas vital, como para que estemos más allá de toda circunstancia apremiante. En tal sentido es posible recurrir a medicamentos que modalizan la manera de presentarse de los síntomas, es decir, como aparecen, como desaparecen, su agravamiento, su mejoría, si están de día, de noche, frente a qué desencadenante, etc. Inclusive es posible mejorarse rápido si hemos pasado por alguna transgresión alimentaria o de bebida.
Inclusive en casos en los que la indigestión lleve a dolor abdominal, hinchazón por gases y cansancio general, también habrá algo para tomar.
A modo de ejemplo citaremos alguna de estas sustancias:
Nux vómica: Para la resaca, en personas especialmente sensibles a las injusticias, a las impresiones del entorno. Unos glóbulos de esta sustancia tomados a la mañana siguiente de una indigestión, en la que principalmente se tomó en exceso propiciarán un rápido alivio.
Pulsatilla: Es para casos en los que se comió mucho. Si hubo exceso de postres, y comidas en general, sin respetar horarios de digestión. Por ejemplo después de haber estado cenando toda la noche. En personas sensibles con tendencia nostálgica al llanto.
Kalium prosphoricum: Es un recuperador de energías perdidas, sea por stress, sea por convalecencia de fiebre prolongada. El kalium vigoriza el conjunto de fuerzas vitales que nos acompaña.
Avena sativa: Esta planta dada homeopáticamente nos ayudará a conciliar mejor el sueño, en aquellos casos en los que estemos tan pasados, que el mismo sea casi imposible. Sirve también para deshabituarse ante excesos de bebida o de sustancias estimulantes.
Chelidonium: Si hubo ataque de indigestión en la que participa el hígado. Náuseas, vómitos. Problemas biliares.
Las sustancias citadas han sido expuestas solo a modo de ejemplo. No es intención del autor de esta nota, ni la de sus editores, suplantar con esto una debida consulta médica.
Homeopatía y antroposofía son poderosas herramientas para encarar muy bien el fin de año, y toda clase de circunstancias en la vida. Puede recurrirse a ellas ya sea como tratamiento por algún desequilibrio, como así también por el excelente efecto preventivo que ofrecen.
En el más completo equilibrio físico, mental, emocional y anímico, radica el estado de salud. Y cuanto más nos cuidemos en tal sentido, más fácilmente podremos sentirnos auténticamente bien, más allá de los tiempos y de las distancias.